Este nuevo sentido que hoy adquiere el liderazgo, no es producto de la lógica interpretativa de una situación actual. Desde este punto de vista, lo antes señalado se obedece en gran medida al influjo de las últimas transformaciones sociales a una sociedad digital, obligando al estudio del liderazgo en función a la digitalización como un posliderazgo. La pandemia del CoronaVirus o COVID-19 acelera el inicio de la Quinta Revolución Industrial y con ella la necesidad de una liderazgo completamente distinto o como bien lo denominamos “posliderazgo”.
El liderazgo en plena crisis no será representado por una función de jerarquía, que promueve el homo faber, sino que será el homo digitalis, que define el liderazgo actual.
Ya no podemos ver al liderazgo solamente cómo lo definió Joseph S. Nye1 “la facultad de orientar y movilizar a otros para lograr un fin”. El concepto de posliderazgo se fundamenta en un sentido de propósito creativo-digital en todos los niveles de una sociedad o en la política, y vuelve la vista hacia el liderazgo como entrelazador de ideas, más que hacia la mera gestión o propiedades y rasgos específicos de un líder individual. Es decir, el posliderazgo garantiza la innovación a través de la acción digital distribuida en redes, más que la reflexión a largo plazo con políticas estratégicas.
Byung-Chul Han2 claramente señala la situación actual como “La época digital de lo no muerto”, donde la política y la metafísica se transforman dando paso a la pospolítica y a la posmetafísica. A este respecto, para el liderazgo la quinta revolución industrial se corresponde a una época de posliderazgo, en cuya interacción digital intervienen la cocrección, la comunicación, la motivación virtual y los valores compartidos por un grupo virtual donde subyace un sin numero de nuevas ideas tendentes a la satisfacción de necesidades colectivas.